martes, 24 de julio de 2007

La Cantata Santa María

Canción en memoria de la matanza ocurrida en la escuela Santa María de Iquique, el año 1907.

Autor: Luis Advis
QUILAPAYÚN

Pregón

Señoras y señores,
venimos a contar,
aquello que la historia
no quiere recordar.
Paso en el Norte Grande,
fue Iquique la ciudad,
mil novecientos siete
marcó fatalidad.
Allí al pampino pobre
mataron por matar
allí al pampino pobre
mataron por matar.

Seremos los hablantes,
diremos la verdad,
verdad que es muerte amarga
de obreros del salar.
Recuerden nuestra historia
de duelo sin perdón,
por más que el tiempo pase
no hay nunca que olvidar.
Ahora les pedimos
que pongan atención.
Ahora les pedimos
que pongan atención.

Relato

Si contemplan la pampa
y sus rincones,
verán las sequedades del silencio,
el suelo sin milagro y oficinas
vacías, como el último desierto.
Y si observan la pampa
y la imaginan
en tiempos de la industria del salitre,
verán a la mujer
y al fogón mustio,
al obrero sin cara, al niño triste.
También verán
la choza mortecina,
la vela que alumbraba su carencia,
algunas calaminas por paredes
y por lecho, los sacos y la tierra.
Tambien verán
castigos humillantes,
un cepo en que fijaban al obrero
por días y por días contra el sol,
ni importa si al final
se iba muriendo.
La culpa del obrero, muchas veces,
era el dolor altivo que mostraba;
rebelión impotente ¡una insolencia!
la ley del patrón rico es ley sagrada.
También verán
el pago que les daban,
dinero no veían,
sólo fichas:
una por cada día trabajado
y aquella era cambiada
por comida.
Cuidado con comprar en otras partes!
De ninguna manera se podía
aunque las cosas fuesen más baratas.
Lo había prohibido la Oficina.
El poder comprador de aquella ficha
había ido bajando con el tiempo,
pero el mismo jornal seguían pagando.
Ni por nada del mundo un aumento.
Si contemplan la pampa
y sus rincones
verán las sequedades del silencio.
Y si observan la pampa
como fuera,
sentirán,
destrozados, los lamentos.

Canción


El sol en desierto grande
y la sal que nos quemaba,
el frío en las soledades,
camanchaca
y noche larga.
El hambre de piedra seca
y quejidos que escuchaba,
la vida de muerte lenta
y la lágrima soltada.
Las casas desposeídas
y el obrero que esperaba
al sueño que era el olvido
sólo espina postergada.
El viento en la pampa inmensa
nunca más se terminará.
Dureza de sequedades
para siempre se quedará.
Salitre, lluvia bendita,
se volvía la malvada.
La pampa, pan de los días,
cementerio y tierra amarga.
Seguía pasando el tiempo
y seguía historia mala.
Dureza de sequedades
para siempre se quedará.

Relato

Se había acumulado mucho daño,
mucha pobreza, muchas injusticias.
Ya no podían más y las palabras
tuvieron que pedir lo que debían.
A fines de mil novecientos siete
se gestaba la huelga en San Lorenzo
y al mismo tiempo todos escuchaban
un grito que volaba en el desierto.
De una a otra Oficina, como ráfagas,
se oían las protestas del obrero.
De una a otra Oficina,
los señores,
el rostro indiferente o el desprecio.
Qué les puede importar la rebeldía
de los desposeídos, de los parias.
Ya pronto volverán
arrepentidos,
el hambre los traerá, cabeza gacha.
Qué hacer entonces, qué,
si nadie escucha?
hermano con hermano preguntaban.
Es justo lo pedido
y es tan poco.
tendremos que perder las esperanzas?
Así, con el amor y sufrimiento
se fueron aunando
voluntades.
En un sólo lugar
comprenderían:
había que bajar
al puerto grande.

Canción

Vamos mujer,
partamos a la ciudad.
Todo será distinto,
no hay que dudar.
No hay que dudar, confía,
ya vas a ver,
porque en Iquique todos
van a entender.
Toma mujer mi manta,
te abrigará.
Ponte al niñito en brazos,
no llorará.
No llorará, confía,
va a sonreir,
le cantarás un canto,
se va a dormir.
Qué es lo que pasa?, dime,
no calles más.

Largo camino
tienes que recorrer,
atravesando cerros,
vamos mujer.
Vamos mujer, confía,
que hay que llegar,
en la ciudad, podremos
ver todo el mar.
Dicen que Iquique es grande
como un salar,
que hay muchas casas lindas
te gustarán.
Te gustarán, confía
como que hay Dios,
allá en el puerto
todo va a ser mejor.
Qué es lo que pasa?, dime,
no calles más.

Relato

Del quince al veintiuno,
mes de Diciembre,
se hizo el largo viaje
por las pendientes.
Veintiseis mil bajaron,
o tal vez más,
con silencios gastados
en el Salar.
Iban bajando ansiosos,
iban llegando,
los miles de la pampa,
los postergados.
No mendigaban nada,
sólo querían
respuesta a lo pedido,
respuesta limpia.

Algunos en Iquique
los comprendieron
y se unieron a ellos,
eran los Gremios.
Y solidarizaron
los carpinteros,
los de la Maestranza,
los carreteros,
los pintores y sastres,
los jornaleros,
lancheros y albañiles,
los panaderos,
gasfiteres y abasto,
los cargadores.
Gremios de apoyo justo,
de gente pobre.

Los Señores de Iquique
tenían miedo;
era mucho pedir
ver tanto obrero.
El pampino no era
hombre cabal,
podía ser ladrón
o asesinar.
MIentras tanto las casas
eran cerradas,
miraban solamente
tras las ventanas.
El comercio cerró
también sus puertas:
había que cuidarse
de tanta bestia.
Mejor que los juntaran
en algún sitio,
si andaban por las calles
era un peligro.

Interludio Cantado

Se han unido con nosotros
compañeros de esperanza
y los otros los más ricos
no nos quieren dar la cara.

Hasta Iquique
nos hemos venido,
pero Iquique nos ve
como extraños.
Nos comprenden algunos amigos
y los otros
nos quitan la mano.

Se han unido con nosotros
compañeros de esperanza
y los otros los más ricos
no nos quieren dar la cara.
Y los otros los más ricos
no nos quieren dar la cara.

Relato

El sitio al que los llevaban
era una escuela vacía
y la escuela se llamaba
Santa María.
Dejaron a los obreros,
los dejaron con sonrisas.
Que esperaran les dijeron
sólo unos días.
Los hombres se confiaron.
No les faltaba paciencia
ya que habían esperado
la vida entera.
Siete días esperaron.
Pero que infierno se vuelven
cuando el pan se está jugando
con la muerte.
Obrero siempre es peligro.
Precaverse es necesario.
Así, el Estado de Sitio
fué declarado.
El aire trajo un anuncio,
se oía tambor ausente.
Era el día veintiuno
de Diciembre.

Canción

Soy obrero pampino
y soy
tan reviejo como el que más,
y comienza a cantar mi voz,
con temores de algo fatal.
Lo que siento en esta ocasión
lo tendré que comunicar,
algo triste va a suceder,
algo horrible nos pasará.

El desierto me ha sido infiel,
sólo tierra cascada y sal,
piedra amarga de mi dolor,
roca triste de sequedad.
Ya no siento más que mudez
y agonías de soledad,
sólo ruinas de ingratitud
y recuerdos que hacen llorar.

Que en la vida no hay que temer
lo aprendido ya con la edad,
pero adentro siento un clamor
y que ahora
me hace temblar.
Es la muerte que surgirá
galopando en la oscuridad.
Por el mar aparecerá,
ya soy viejo
y sé que vendrá.

Relato

Nadie diga palabra
que llegará
un noble militar,
un General.
El sabrá como hablarles,
con el cuidado
que trata el caballero
a sus lacayos.
El General ya llega
con mucho boato
y muy bien precavido
con sus soldados.
Las ametralladoras
están dispuestas
y estratégicamente
rodean la escuela.
Desde un balcón les habla
con dignidad.
Esto es lo que les dice
el General:
Que no sirve de nada
tanta comedia.
Que dejen de inventar
tanta miseria.
Que no entienden deberes,
son ignorantes.
Que perturban el orden,
que son maleantes.
Que están contra el país,
que son traidores.
Que roban a la patria,
que son ladrones.
Que han violado a mujeres,
que son indignos.
Que han matado a soldados,
son asesinos.
Que es mejor que se vayan
sin protestar,
que aunque pidan y pidan
nada obtendran.
Vayan saliendo entonces
de ese lugar,
que si no acatan órdenes
lo sentirán.
Desde la escuela, El Rucio,
obrero ardiente,
responde sin vacilar,
con voz valiente:
Usted, señor General,
no nos entiende.
Seguiremos esperando,
así nos cueste.
Ya no somos animales,
ya no rebaños,
levantaremos la mano,
el puño en alto.
Vamos a dar nuevas fuerzas
con nuestro ejemplo
y el futuro lo sabrá,
se lo prometo.
Y si quiere amenazar
aquí estoy yo.
Dispárele a este obrero
al corazón.
El General que lo escucha
no ha vacilado.
Con rabia y gesto altanero
le ha disparado.
Y el primer disparo es orden
para matanza
y así comienza el infierno
con las descargas.

Canción-Letanía

Murieron
tres mil seiscientos,
uno tras otro.
Tres mil seiscientos mataron,
uno tras otro.

La Escuela Santa María
vió sangre obrera,
la sangre que conocía
sólo miseria.

Serían
tres mil seiscientos
ensordecidos.
Y fueron tres mil seiscientos
enmudecidos

La Escuela Santa María
fué el exterminio,
de vida que se moría
sólo alarido.

Tres mil seiscientas miradas
que se apagaron.
Tres mil seiscientos obreros
asesinados.

Un niño juega en la Escuela
Santa María.
Si juega a buscar tesoros
¿Qué encontraría?

Canción

A los hombres de la pampa
que quisieron protestar,
los mataron como a perros
porque había que matar.

No hay que ser pobre,
amigo, es peligroso.
No hay ni que hablar,
amigo, es peligroso.

Las mujeres de la pampa
se pusieron a llorar
y también las matarían
porque había que matar.

No hay que ser pobre,
amiga, es peligroso.
No hay que llorar, amiga,
es peligroso.

Y a los niños de la pampa
que miraban, nada más,
también a ellos los mataron
porque había que matar.

No hay que ser pobre,
hijito, es peligroso.
No hay que nacer, hijito,
es peligroso.

Dónde están los asesinos
que mataron por matar?
Lo juramos por la tierra,
los tendremos que encontrar.
Lo juramos por la vida,
los tendremos que encontrar.
Lo juramos por la muerte,
los tendremos que encontrar.
Lo juramos, compañeros,
ese día llegará.

Pregón

Señoras y señores,
aquí termina,
la historia de la Escuela
Santa María.
Y ahora, con respeto,
les pediría
que escuchen la canción
de despedida.

Canción Final

Ustedes que ya escucharon
la historia que se contó,
no sigan allí sentados
pensando que ya pasó.
No basta solo el recuerdo,
el canto no bastará.
No basta sólo el lamento,
miremos la realidad.

Quizás mañana
o pasado,
o bien en un tiempo más,
la historia que han escuchado
de nuevo sucederá.
Es Chile un país tan largo,
mil cosas pueden pasar
si es que no nos preparamos
resueltos para luchar.
Tenemos razones puras,
tenemos por qué pelear,
tenemos las manos duras,
tenemos con qué ganar.

Unámonos como hermanos
que nadie nos vencerá,
si quieren esclavizarnos,
jamás lo podrán lograr.
La tierra será
de todos,
también será nuestro el mar,
justicia habrá para todos
y habrá también libertad.

Luchemos por los derechos
que todos deben tener,
luchemos
por lo que es nuestro,
de nadie más ha de ser.

No hay que ser pobre,
amigo, es peligroso.
No hay ni que hablar,
amigo, es peligroso.

Unámonos como hermanos
que nadie nos vencerá,
si quieren esclavizarnos,
jamás lo podrán lograr.

viernes, 20 de julio de 2007

Se va, se va, SE FUE!

Y uno se encuentra en esos momentos en que el tiempo transcurre sin obligaciones ni elementos pendientes.
Es momento de mirar hacia atrás.
Se rebobina y ahí es cuando uno da cuenta de lo convulsos que fueron los días anteriores, días que no alcanzaron a agruparse en una semana.
Mas con esto no se quiere decir que fueron una infinidad de eventos sucesivos, sino que simplemente fueron instantes de gran movimiento dentro de uno, donde se urgó, se decidió, se impulsó a actuar.
Son imágenes las que aparecen fugaces, deliiciosas, intrigantes.
Imágenes como aquella música estridente y ese beso ciego en la mejilla.
Ese español chapurreado en una eterna sonrisa.
Imágenes como una tarde color caramelo que fluía con intrigante tranquilidad.
Aquel par de aves que se ubicaron estacionariamente sobre una chimenea.
Barquitos de gran aspiración y otros infinitamente pequeños.
Un punto rojo en la noche que quemaba con fruición.
El abrazo de la gente querida.
Viña del mar desaparecida entre la neblina.
El instante preciso en que el departamento flotó, desapareciendo el mar y los alrededores.
Ese sol de crema en el cual uno se pierde, se sumerge, desaparece...donde se besa a un desconocido y se pretende llegar hasta el mar nocturno escuchando "Hoppipolla" en la cabeza.
Y lo constante era el mar que rugía, pero que yacía tranquilo, infinitamente tranquilo. Siendo así, una proyección del mismísimo corazón.
Y queda en el ambiente una canción. Finalizo con ella:


Se Va, se Va, se Fue -Jorge Drexler-.
Con el anhelo dirgido hacia ti
yo estaba sólo, en un rincón del café
cuando de pronto oí unas alas batir
como si un peso comenzara a ceder.
Se va,
se va
se fue...
Tal vez fue algo de la puesta de sol,
o algún efecto secundario del té,
pero lo cierto es que la pena voló
y ya no importó ni siquiera porqué.
Se va,
se va,
se fue...
Algunas veces, mejor no preguntar,
por una vez que algo sale bien,
si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también.
Se va,
se va,
se fue...

martes, 10 de julio de 2007

La última bocanada

Sentado sobre el colchón, fumaba su cigarrillo en silencio, inmerso en su particular e intrincado universo de ensoñaciones y despedidas.

Faltaba poco para la última bocanada.

De la ranura que dejaban las viejas cortinas, un rayo de luna iba directo hacia él, mostrándome de ese modo su espalda ancha y desnuda que, como muro, se imponía ante mí.

Yo, recostada sobre mis manos, lo miraba en silencio. Veía cómo el humo del cigarrillo emergía por sobre su cabeza...Yo sólo pensaba: "Falta poco para la última bocanada"

Esa noche el silencio era el dominante. Las palabras simplemente no existieron. Desde un comienzo, donde se escuchaba sólo la respiración acelerada que se mezclaba con un poco frecuente quejido.

Y ahora se escuchaba simplemente el sonido del tabaco quemándose ante cada aspiración. Cierro los ojos por un momento, buscando que la mente quedase en blanco. Su eco reverberante se hacía molesto.

Dirijo mi mano hacia la almohada, presintiendo que ya era la hora.

Y así fue. La última bocanada.

Y de la almohada surje una pistola que lo apunta, que aprieta el gatillo y de la cual la bala que surge se incrusta en el cráneo de mi fumador.

...Lo lamento, pero era la última bocanada...

miércoles, 4 de julio de 2007

Cosas de la vida

"Laura abrió los ojos, viendo puramente la oscuridad de un conducto que
parecía ser eterno...emitió un quejido que se perdió en el silencio. Una fuerza
externa la lanzó hacia adelante, viendo cómo frente a sí aparecía una luz que
parecía indicar un mundo nuevo. ¿Estaría lista para lo que vendría?. "


La vida es curiosa, intrigante, imperfecta. Sin embargo, es en su imperfección donde se haya oculto el mecanismo más perfecto, aquel mecanismo que ni siquiera un relojero suizo ha sido capaz de emular. La cita que puse en un comienzo, más bien no es una cita, es de un cuento que cierta vez escribí. Ese cuento habla de la vida, de la vida como un contínuo, como esa constante ganancia de energía que, como un científico diría: "Se transforma, pero jamás se pierde". El asunto es que trata de una existencia que cesó en la materialidad para adentrarse en un conducto húmedo que lo condujo nuevamente a las manos de un doctor que esperaba recibirla desde las entrañas de una madre.Recuerdo ese cuento en este momento, más allá de la idea del contínuo, por el hecho de la vida misma como mantención: unos se van y otros llegan.El viernes que acaba de pasar falleció mi abuela, mi Güeli. Murió tranquila, amada, cuidada. Sin embargo queda la egoísta tristeza, aquella que nos hace aferrarnos de nuestros muertos queridos sin dejarlos partir. Pienso todo el día en ella, las tardes se hacen complejas.Pero más allá de todo lo que sienta, la idea va en otra dirección. Hace un par de horas, a mi celular llega un mensaje que dice algo más o menos así: "Javi, acaba de nacer Pablito". Pablito, el tan esperado Pablito. Él es hijo de dos compañeros de curso muy queridos: mi "hémana" Lis y su novio y amigo mío Ron. Del otro lado del teléfono, el aún shockeado papá me contaba cuánto pesó al nacer, cómo era físicamente y cómo estaba la madre.Al cortar el teléfono, pensé en mi abuelita, en mi abuelita y en Pablito. Ese extraño mecanismo del vivir que es capaz de producir el descanso de quienes ya han conocido mucho para llevar a la acción a aquellos deseosos por conocer. Vida por vida, sin intención de sacrificio, sino más bien de natural sucesión. Y la tristeza y la alegría se confunden, se hacen una sola.Pero Pablito nació y mi abuelita descansa. Son dos grandes cambios, dos grandes cambios de los cuales uno debe saber adaptarse. Aceptar que mi abuelita está en otra etapa y recibir con los brazos abiertos a esta nueva criatura maravillosa. ¡Bienvenido al mundo, Pablito!